El trabajo de Miguel demanda kilómetros de recorrido y una gran atención. “Hay vecinos a los que tengo que ver cada 15 o 20 días, pacientes crónicos a los que les acerco sus medicamentos todos los meses”, explicó y agregó que muchas veces las visitas son programadas, pero otras tantas salen de imprevisto y es cuando “hay que llegar de cualquier manera”.
“En este tiempo se dificulta mucho el traslado, está muy frío, pero si el auto no tiene cadena con la nevada no se puede, así que utilizo mi moto. Si bien no es lo adecuado, podés ir eligiendo por donde circular”, explicó.
La actividad no es sencilla, más en esta época del año en la que las temperaturas son muy bajas. Muchas veces llegar puede demandar un tiempo, sobre todo si los caminos están cubiertos de nieve. “Hay que andar con mucho cuidado, no podemos ir muy rápido porque también tenemos que cuidar nuestra integridad” señaló.
Finalmente resaltó la solidaridad de los pobladores que siempre están predispuestos a dar una mano. “La predisposición siempre está. Voy en mi auto, en moto, con algún vecino que se ofrece a acercarme e ir juntos o a caballo, lo importante es cumplir y llegar”, concluyó.
Miguel forma parte del numeroso grupo de agente sanitarios rionegrinos que, impulsados por su dedicación y devoción por la salud, deciden llevar su oficio más allá y realizar una labor más personalizada para aquellos pacientes que no pueden acercarse a los centros de salud. De esta manera, fomenta, refuerza y asegura el derecho a la salud pública a todos los vecinos de su comunidad.